Ahora que termina el año

Estos días son para hacer balance del año que está a punto de terminar. Y te confieso que al estar de vacaciones me ha resultado complicado hacer un parón y sentarme a reflexionar, porque estos días son para salir con los niños, para levantarme temprano y pintar por ejemplo el taburete de la cocina antes de que mi "ayudanta" se despierte y me suplique ayudarme,

Pero a veces hay que parar...

... y pensar en todo lo que ha pasado este 2015 al que le quedan un par de días.

Si te soy sincera, ha sido un año extraño, quizá demasiado largo. Con dos meses, el de marzo y abril que se me pasaron en un suspiro por culpa de un proyecto en el trabajo que empezó con mal pie, y que terminó peor, pero del que me llevé una enseñanza:

Mejor una vez roja, que ciento amarilla

También perdí un par de kilos, lo cual se puede considerar como algo positivo, pero que lo mismo que se fueron volvieron, cuando los malos días se acabaron. Pero también se quedó conmigo otra enseñanza, que es la de que incluso en los momentos de crisis, no se debe perder el saber estar ni las formas.

(es decir, que no mandes a freír espárragos a nadie en el mundo laboral, por mucho que te lo pida el cuerpo)

Pero esto ha sido sólo en lo laboral... 

A nivel personal (y también en lo laboral), he tenido la suerte de conocer a mi compañera R., que ha sido de lo mejorcito que me ha pasado, después de muchos años sin tener una compañera con la que compartir lo bueno y lo malo del trabajo. Y reírnos mucho. Y compartir referencias de vinos y pedirlos juntas. Y despotricar. Vamos, lo que suele ser una compañera.

(y además, comprarnos los mismos botines y que no haya malos rollos)

También, y más en el ámbito familiar, he aprendido (de hecho, estoy aprendiendo, y lo que me queda) a convivir con dos pre-adolescentes de once años, que empiezan a discutir acerca de mi forma de educar, pero que aún se meten en mi cama para darme calorcito cuando tengo fiebre.

(y a los que estoy viendo ahora mismo sentados en el sofá, comentando una serie de adolescentes, "comme il faut")

Y mi "apoyaora" que no llega al metro, y a la que también voy conociendo, porque cuando se superan los tres años y medio, a estos personajillos a los que llamamos hijos hay que empezar a conocerles, y a disfrutarles, porque ya no solo les alimentas y arropas, sino que empiezan a ser parte de tu vida, a querer participar en ella, y te hacen abrir los ojos de otra manera a como lo hacías antes de que ellos te pusieran sus gafas.

Y gracias a ellos tres, puedo hacer un balance más que positivo de lo que ha sido este 2015... que se redondea si pongo en valor a su padre, mi compañero de vida desde hace casi 22 años, entre noviazgo  y matrimonio. Y con el que cuando vemos parejas que se resquebrajan, nos damos la mano, y damos gracias a Dios porque lo nuestro continúe siendo una historia de amor.

(al él le digo siempre que ha tenido mucha suerte casándose conmigo...)

Y en el lo "manual", puedo decir también que ha sido un año rico en creaciones, en aprendizajes, en disfrute de lo hecho con las manos...

Aprendiendo técnicas nuevas, como la pasta de relieve, o pegándome con las pinturas de tipo chalk paint. Y cosiendo monederos y neceseres. Pero siempre haciendo algo. Aunque llevo unos días de pereza total, pero supongo que es porque estoy en hora "valle" de mi furor creativo, y ya empezaré el año con mejor pie.

Porque de eso se trata, de no parar, de tener siempre un proyecto en mente, para poder tener una ilusión, un "maquinar", algo que llene la vida y la ilumine.

Y los buenos propósitos para el 2016 te los cuento la semana que viene...

Que termines el año estupendamente.

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