Por eso, y ante la perspectiva de no tener invitados durante una temporada, anoche decidí disfrutar de una mesa para dos invitados especiales: nosotros.
Y saqué mi enfriador de botellas, que durante todo el invierno descansa sobre el frigorífico. La cerámica es del Alentejo, aunque la compré en la tienda de Augusto Marques de Vilar-Formoso.
Gracias a ella, el verdejo se mantuvo fresquito...
Este tipo de cerámica nos vuelve locas a mi suegra y a mí, y todos los veranos nos escapamos una mañana a Almeida, en Portugal, para comprar alguna cosilla. Y es que las cosas varían de sabor en función del plato o la fuente en la que se sirven. Me pasa con la comida, pero también con las bebidas: utilizo distintos vasos dependiendo de lo que tome, cerveza, coca-cola o agua.
Saqué también las velas veraniegas, y los cuencos para gazpacho, también del Alentejo, que en ellos el gazpacho tiene un sabor especial.
Un poco de queso y salmón ahumado con alcaparras, ¡que era una cena ligera!
Así que "sin la excusa", por fin estrené los manteles individuales, al menos tres de ellos.
¡Eso hay qué disfrutar lo que tenemos! ¡Vaya lujo! ¡Muy romántico!
ResponderEliminarSaludos desde Costa Rica.
Zuly Castillo
Muy bien así se hace. Hay que estrenar y disfrutar de las cosas que tenemos, sin dejarlas para otra ocasión, que nunca se sabe lo que está por llegar.bss
ResponderEliminarme encanta¡ yo estaba pensando justo hoy en hacer una cena veraniega por el santo de mi padre y hermano, que bonita la mesa, disfrutar de la vida, es la esencia de la felicidad.
ResponderEliminarMe encanta tu mesa,que buen gusto tienes,no le falta detalle...
ResponderEliminary los individuales preciosos,que buena idea, que los disfrutes muchisimo!!
Mil besitosssss