A veces, hay objetos que dejan de gustarnos. Porque se pasan de moda, porque nos cansan, o porque nuestros gustos varían. Entonces tenemos dos opciones: seguir aguantándolos, o tirarlos.
O si eres de las mías, está la tercera opción: guardarlos para cuando nos entre la inspiración y se nos ocurra qué hacer con ellos para que vuelvan a enamorarnos.
(Esta tercera vía se traduce en varias cajas de cosas "pendientes de")
Y la prueba es esta bandeja de madera, con la que me he reconciliado (y eso que dicen que segundas partes, en cuestión de amores, nunca son buenas).
(Además, te cuento mis avances con usando pinturas de acabado chalk-paint, que han avanzado)