Una cajonera renovada

A estas alturas, ya te habrás dado cuenta de que si hay algo que me gusta en esta vida es la pintura, y sobre todo, cuando con ella consigo darle un nuevo aspecto a un objeto que ya me tiene cansada.

(Sobre la pintura de brocha gorda mejor no hablamos, que vamos ya por la cuarta semana...)

 Y esta vez, le ha tocado a una cajonera pequeñita que tengo desde hace un año y que me estaba provocando...

Lo tenía (y lo tengo) en la consola de la entrada de casa, pero los colores no pegaban nada de nada... Y le tenía muchas ganas.

No sé si te has dado cuenta, pero cuando hice la foto del "antes" todavía tenía el gotelé... y en la primera foto, como puedes ver, ya no está... Este es el tipo de cosas que me consuelan, cuando el polvillo blanco lo invade todo.

Los colores escogidos quizá son un poco raros, gris antracita y marrón topo, pero una vez pintado el pequeño mueble, la verdad es que me gusta el efecto, combinados con el blanco de la estructura que no toqué.

Ah, las pinturas son de las de efecto chalk, con esa suavidad al tacto que tanto me gusta, sobre todo cuando las uso en superficies pequeñas.

Y es que esta cajonera es ideal para que los niños guarden los cargadores de las pequeñas consolas, o demás porquerías que así están localizadas.

Esto me demuestra que a veces, no hay que desanimarse si al ver un pequeño mueble, o cualquier otro objeto, el color no nos gusta. Lo importante es el diseño, porque para adaptarlo a nuestro gusto, siempre hay tiempo.

Por cierto, la máquina de coser sigue sin aparecer... Menos mal que tengo los bloques del Splendid Sampler (te enseñaré otra remesa el viernes), que me obligan a no perder el hilo...

Feliz semana!

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