Tengo la mala costumbre de comprar demasiada tela cuando voy a hacer alguna labor. Esto me pasó cuando compré para hacer unas fundas a las sillas del comedor (por mucho que la tapicería sea lavable, cuando hay niños en casa, son indispensables para poder lavarlas cuando sea necesario). La tela en cuestión la compré en Ikea, una loneta a rayas en color crema y azules.
Y había que buscarle una salida... Un delantal. Sobre la tela, puse un delantal que ya tenía, a modo de patrón.
Además, rebusqué en mi arcón de telas y encontré un trozo de otra tela de Gastón y Daniela, que me sobró (cómo no) cuando hice unos cojines para el salón de mi anterior casa. Con el podía hacer un bolsillo.
En la mercería, compré varios metros (para el contorno, para la cinta al cuello, para tres de los laterales del bolsillo y para poder atarla a la cintura) de cinta al bies a cuadros rojos y blancos (para hacer contraste) y cinta en pico roja, para la parte superior del delantal y del bolsillo.
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